domingo, 28 de noviembre de 2010

Días 335 al 337: del 6 al 8 de Noviembre

Desde Wushen a Shangai, nada un par de horas en autobús (si es que después de India esto suena a ir de Lorca a Murcia).


En Shangai ningún problema el moverse en el metro, excepto por las mochilas pero creo que a eso no le queda mucho para solucionarse.

El mayor problema las discusiones que se generan con los conductores de tuk-tuk, cuando intentan cobrarte de más y encima empiezan a cogerte del brazo para hacerse escuchar… ¿y quien dice que las hayamos vivido?

Shangai se puede definir con una sola palabra: SHOPPING (creo que a estas alturas esto no necesita traducción). A mi no es que me moleste ir de compras, ni mucho menos… y si encima tengo dinero mucho mejor. Pero esto es un acoso, hay zonas en las que con tan solo dar un paso ya te han preguntado 5 personas si quieres comprar zapatos, bolsos, chaquetas, iphone, ipad… y toda la gama, de lo que quieras. Es una experiencia, y aunque no estéis interesados deberíais, aunque fuera solo por curiosidad dejaros arrastrar a una de estas tiendas de imitaciones que se encuentran en los lugares más recónditos. Tras pasar por tres callejones de los de las pelis de la mafia china, estos húmedos y mal olientes, con los cubos de basura en la calle y desiertos, acabas metido en la “cocina” de una familia china, que tiene la mesa puesta y esta preparada para cenar y la puerta de al lado es una habitación, copia exacta de las tiendas de deporte con parquet y todos los estantes, en el que encuentras de todo y más… y no te venden a su madre porque si no quien hace la cena mañana.

La otra versión que es más light, es la de encontrarte a alguien que te pregunta si quieres ir de compras y simplemente te acompaña al centro comercial y te va dando un tour por todas las tiendas, lo que quieras. Lo más sorprendente es que no te pide nada a cambio, si compras bien y si no también (llevamos demasiado tiempo en India, ¿eso existe?).

También tiene otros encantos Shangai, el paseo por el río en el que te encuentras el Bund a un lado, edificios de corte comunista, y la parte más creativa y nueva al otro lado (con una silueta demasiado cómica para ser una ciudad), Old Town (aparte de por las compras) tiene unos rincones especiales, y no se si es el otoño pero los colores de los parques le dan un aire místico a esta ciudad. Me quedo con el comentario de que estamos en la nueva Nueva York.

A esta ciudad si vienes con dinero te falta tiempo para verla, museos, templos, Pagodas, el túnel que conecta el Bund con la parte nueva (todo por debajo del agua), un paseo por el río en barco y, por supuesto, SHOPPING.

Como no tenemos demasiado dinero que gastar… mejor nos vamos. Tres días más que suficiente.

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