domingo, 28 de noviembre de 2010

Días 332 al 334: del 3 al 5 de Noviembre

China.

Mira que las comparaciones son odiosas, pero pasar de India a China es …, sorprendente.

Pensando en los millones de personas que viven en estos dos países, lo más lógico es hacer comparaciones, pero están a años luz. Los dos tienen ese sentimiento patriota y ese “adoctrinamiento”, pero nada que ver.

Aterrizamos en Hangzhou, y por qué no explorar la ciudad, total lo que sobra es tiempo.

Llegamos al aeropuerto, y con la ayuda de unos locales que hablaban ingles conseguimos acordar el precio del taxi, que para nuestra sorpresa era un buen coche (lo de ver coches de gama baja en China no se lleva mucho, ¿bicis? Las que quieras, pero coches cutrecillos, con los dedos de una mano se pueden contar).

Nos llevaron directamente al hostel, no nos quejaremos por este precio en India dormirías en el suelo… vamos teniendo en cuenta que no es un 5 estrellas, ni una queja.

Aunque lo que más nos llamo la atención fue que la gente no nos prestara atención por la calle. Mira que poníamos caras, les brindábamos la mejor de nuestras sonrisas, nada, que la gente como si fuéramos dos más, ni caso. Creo que empezamos a echar de menos India.

Fallo chino… esto de que el gobierno controle los accesos a internet no mola nada. ¿Pero a quién se le ocurre bloquear Facebook? Y como no, nuestro blog… nada que no tenemos acceso desde China.

Hangzhou es preciosa, una pequeña ciudad de 6 millones de habitantes. El encanto reside en el lago que ocupa la parte oeste de la ciudad. Nuestro hostel a la orilla del lago… así que tuvimos tiempo de pasear por el lago(aunque el cambio de temperatura de Kerala a China no invitará a ello), ver alguna de las Pagodas que hay por la ciudad y visitar la parte antigua (que es lo que en cualquier ciudad europea llamaríamos Chinatown).

Uno de los mejores cambios, la comida. Eso de irte a un restaurante y que por un euro y poco te pongan un tazón de noodles con caldo, todo casero, no se puede comparar con la comida del hostel, que ya esta bien de arroz blanco.

Además de las visitas turísticas tuvimos tiempo de visitar el hospital, que más vale prevenir que lamentar… y teniendo en cuenta que nuestro nivel de mandarín es de -1, pues dos mujeres que se defendían mejor que el resto con el ingles nos guiaron hasta un médico que decía que hablaba ingles. La primera vez que un médico saca un libro para dar el diagnóstico… me imagino que su nivel de ingles no llegaba a eso. Bueno, rápido y barato… para que más.

Después de dos días por la ciudad decidimos irnos a visitar una ciudad a tan solo una hora de Hangzhou, Wushen, que es como una pequeña Venecia, con canales, por lo visto es bastante turística y esta muy bien.

¿No echábamos de menos eso de movernos? Mochila al hombro y a encontrar la estación de autobuses, sin idea de chino y con tan solo un pequeño porcentaje de chinos hablando inglés… al final y después de 2 horas llegamos.

En infraestructuras esta gente esta a la última, ya quisiera cualquiera de las grandes ciudades españolas tener la estación de autobuses que tiene Hangzhou (perdón una de las 3 que tiene).

Nada, en una hora en Wuzhen, el primer hotel que vimos allí que fuimos… ellos no hablaban ingles, nosotros no hablamos chino, pero eso es lo de menos. Jorge estuvo de encargado de la recepción durante un rato, hizo los registros… lo mismo le ofrecieron trabajo, pero como no los entendíamos.

Por la tarde estuvimos recorriendo la parte este de la ciudad, son unos canales que atraviesan la ciudad, y te llevan a recorrer las calles de un barrio antiguo. Las exposiciones se mezclan con las casas de los locales que, la mayor parte de las veces, son más pintorescos que los propios museos. Es una experiencia extraordinaria China, totalmente recomendable.

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