¡¡¡PERO QUE LARGA SE ESTA HACIENDO ESTA SEMANA!!!
Después de casi dos meses, se nos esta haciendo cuesta arriba. A Jorge le han suprimido el deporte porque estamos en semana de exámenes. Eso implica que ese tiempo se lo pasa supervisando el estudio de unos niños que se mueren por moverse y quemar adrenalina… Yo estoy de secretaria personal, que hay momentos que parece que sin mi se hunda el colegio (¿esta gente no se dan cuenta de que no vamos al final de esta semana?), en fin, demasiado estrés para estar de voluntarios. Por no comentar el humor del dragón del hostel, que lo vemos poco pero mejor no verlo porque hecha fuego de verdad…
Pero al final todo llega, y salvando las visitas a uno de los hospitales más antiguos de la zona, con un servicio excepcional y un coste ridículo, todo ha tenido un final feliz.
El lago nos trajo nuevas enseñanzas, nos enseño a coger almejas, y deleitamos a los niños con unas pocas (como 5 kilos) para la cena. Los niños disfrutaron del lago una vez más, aunque las niñas se quedaron en casa como siempre. Acabamos con una boda india, como empezamos… pero mucho más local. Después de dos meses, parecíamos de allí. Lo de saludar a los asistentes como al vecino era lo normal, y más si contamos que conocíamos a casi todos los que saludábamos, excepto a los novios, claro. Lo más inesperado fue el ir a por las flores para la ceremonia religiosa (que esta boda era cristiana), que era el lunes por la mañana. Eso provoco que tuviéramos que saltar la valla del colegio y llamar a la puerta como el adolescente que llega tarde y al que su padre le ha puesto la cadena.
Lo mejor y más triste fue la despedida de la gente. Ese día me sentí más india que de costumbre, sería por el atuendo (aunque el habito no hace al monje, ayuda bastante), la despedida del colegio en el que he estado algo más de un mes fue diferente… llena de direcciones con encargos de escribirnos los unos a los otros. Pase la mayor parte del tiempo con los de 3 años que fueron mi primera experiencia… y me regalaron un sari, precioso, que no pude lucir para ellos pero el que verán en foto.
Y la más sentida, la despedida de la gente del hostel. Llevábamos planeándolo días… a la hora de la merienda, unos dulcecillos típicos de la zona, que por lo menos les alegraran el día. Y fue después de eso cuando se sucedieron las despedidas. Las niñas dedicaron su tarde a hacer tarjetas de despedida, los niños su partido tradicional de futbol… y la hora de estudio fue cuando Jorge se lleno los bolsillos con direcciones, teléfonos y tarjetas de despedida (que guardamos cuidadosamente). No hubo hora para rezar, fueron palabras de agradecimiento y despedidas. La cena fue un anticipo de la noche que nos esperaba. A las 9 están todos en sus habitaciones listos para acostarse, pero esa noche eran las 10:30 y seguían todos por los pasillos, haciendo fotos y dándonos abrazos, nadie quería irse a dormir porque eso significaba que sería la última vez que nos verían…
Ninguno de los dos tenemos planes para volver a India, y ninguna ilusión especial por hacerlo… pero esa noche se nos quedo la idea de querer ver a esos niños por lo menos otra vez en nuestras vidas y saber que les depara el futuro. Una vez más un país se llena con las caras de la gente con las que nos cruzamos y a la que de muchas maneras diferentes seguiremos ligados el resto de nuestras vidas.
A eso de las 3, Joseph amablemente nos acerco al aeropuerto, nuestro último thai y los recuerdos de hace tres meses, cuando por primera vez aterrizamos en ese continente-país que es India.
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