Xian más conocida por el famoso “Ejercito de Terracota”, y como todo el mundo dice que si ves lo demás después de ver el ejercito, todo resulta poco… pues paseamos por la ciudad un par de días reservando el placer para el final.
Xian es una pequeña ciudad amurallada que sigue creciendo hacía afuera… grandes edificios y … no os lo vais a creer, centros comerciales, emergen dentro y fuera de las murallas. Y pasear por aquí un fin de semana es encontrarte a un montón de locos por las compras.
Uno de los lugares que no te puedes perder es el barrio musulmán, que es donde están las mejores tapas, tienes pinchitos de carne, hígados, corazones y demás menudillos, tienes bocadillos de huevos y de carne de cerdo, tienes dulces de todos los colores y un solo sabor… arroz. Es una variedad de colores, olores y sensaciones.
Y el plato estrella es “sopa de pan”, que consiste en que te dan dos o tres panes y los tienes que cortar, después de cortarlos los llevas a la cocina y es cuando te echan el caldo de cordero, y esta de muerte.
Una de las visitas que más nos gusto fue al museo de historia, que esta fuera de las murallas de la ciudad, y te permite visitar la pagoda más famosa de la ciudad, y un parque reconstruyendo los días de gloría de la dinastía Ming. Un poco caro este último para nuestro bolsillo, pero la zona se esta expandiendo con centros comerciales y urbanizaciones de lujo.
Y después de esto llegamos a los guerreros de Xian. ¡Que es impresionante!
Pero lo impresionante no es el ejercito que se ve, es pensar que esto es solo un tercio de lo que hay allá abajo. Y la grandeza de un emperador que planea su mausoleo con un ejercito de un millón de soldados, todos con caras diferentes, distinguidos con diferentes trajes que los catalogan en una clase social, armados (aunque las armas fueron robadas), con caballos, un ejercito ataviado con carros de combate hechos de cobre… y todo eso protegiendo una ciudad subterránea que rodea su tumba. Es más la imagen de lo que queda debajo, que lo que ves arriba, que no deja de ser impresionante y más cuando ves las imágenes en las que aparecen los guerreros pintados (que es la razón por la que no han excavado el resto todavía, esperando a tener la tecnología para poder preservar la pintura original), parecen reales.
Merece la pena venir a Xian.
Luego tenemos el trayecto de Xian a Pekín… en tren, una noche, pero en coche cama. Las camas más estrechas que en India, pero por lo menos no hay ese descontrol. Lo bueno es que embarcas para dormir y te levantas para llegar, así que la convivencia es mínima.
Estamos en la recta final… es el último viaje de esta vuelta al mundo, y estamos llegando al último hostel de este viaje.