Día 47: 22 de Enero

A eso de las 8 sonaba el despertador, hoy es el día que nos vamos al Perito… y tras una buena ducha a eso de las 9h pasan a recogernos.

Esta vez el guía no estaba tan informado como la que nos llevó a Punta Tombo, pero este a idiomas no había quién lo ganara. Nos ha ido traduciendo todo a inglés, francés y español, por supuesto. Se ha lanzado con el portugués, el catalán y un poco de alemán… esto es lo que tiene vivir del turismo, que tienes que agradar a todos.

Todo muy bien organizado, aquí los guías se lo curran, eso de enseñarte fotos y darte datos, kilómetros a los que queda todo, fechas y demás les encanta. Pero por lo menos las hora y algo de camino que hay hasta los glaciares se hace más llevadera.

Hemos parado en el Lago Argentino, que es el tercer lago más grande de Sudamérica, y es dónde se encuentra el Perito Moreno. Que no es que sea el más grande de los glaciares que se encuentran en este parque, si no que es el más espectacular por los desprendimientos de hielo que se observan en él.

El glaciar más grande en extensión es el Upsala (que se puede ver en la excursión en barco que te lleva a brazo del lago donde se forma, pero por lo visto ese brazo lleva una semana cerrado por los iceberg (razón por la cual no merecía la pena coger esa navegación si no ves el glaciar…). El glaciar más alto es el Spegazzini, pero nuestro anfitrión hoy nos ha deslumbrado con unos 60 metros de alto y unos 250km cuadrados… el más pequeño de la casa.

Lo primero que entraba en la excursión era una navegación para ver la cara sur del Perito… eso no se puede describir. Cuando te das cuenta estas ante una pared de hielo de unos 8 kilómetros de ancho y 60 metros de altura… no hay palabras!! Una hora de duración.

Después de eso te sueltan unas dos horas en lo que ellos llaman las pasarelas, que son unos miradores en la montaña que te enseñan toda la cara del Moreno, en la que puedes ir viendo los desprendimientos de hielo, eso junto con los sonidos y la vista panorámica del glaciares… Impresionante!!

Una vez que empezó a llover, con el viento soplando solo nos quedo esperar unos 15 minutos a que llegara el bus a recogernos… así que el día fue corto pero intenso.

Al llegar al hostel, teníamos a unos nuevos compañeros (menos mal, porque la primera noche nos tocaron dos leones marinos, que roncaban, bueno… solo una de ellas), una pareja de Israel, y estuvimos de charla un buen rato, descubriendo que en Israel los chicos tienen 3 años de servicio militar y las chicas solo 2 años… vamos descubriendo culturas!!