Bueno, con la sensación de que de todo se aprende, e intentando disfrutar de India, nos embarcamos en las largas horas de viaje, por carreteras en mal estado, en mitad de lo que ellos llaman desierto, donde te cruzas a más turistas, camiones, autobuses llenos de indios que viajan hasta en el techo y animales, que se sitúan en mitad de la carretera como si fuera suya.
Conforme vamos avanzando: Bikares, Jaisalmer, Jodhpur… vamos conociendo más y más turistas, españoles, algunos franceses y alemanes, que si no siguen nuestra misma ruta es porque vienen en sentido contrario y hacen la ruta pero al revés.
La región de Rajastan era una de las zonas por las que pasaba la antigua ruta de la seda, y es tierra de Maharajaes, así que en cada ciudad hay un castillo, una fortaleza o algo reseñable por la que merece la pena haber hecho este tour.
Seguimos aprendiendo, cada día en India es una aventura. Aquí vivir del turista es un arte, y todo el mundo se saca sus propinas (que es algo que se pedirá después de cada acto, incluso si te piden que les saques una foto… y eso que en Europa son los fotógrafos los que cobran por hacerlo). Aquí la mayoría tiene un tío, primo o familiar que lleva una tienda, y que les da hasta un 50% de comisión si llegas a comprar algo, comisión que te cobran a ti. Siempre encuentran maneras de liarte… (coincidimos con todos los españoles que estos indios son únicos en “meterte en un pozo que no existe, ayudarte a salir de él comprándoles sus servicios, y hacerte sentir super agradecidos con ellos por la ayuda para salir de un pozo que sin ellos no existiría”… y lo peor es que de eso siempre te das cuenta cuando ya ha pasado todo, en fin una cultura diferente).
Las vacas por mitad de la calle es otro de los conceptos nuevos, vale que todo el mundo sabe lo de las vacas en India, pero de verlo a vivirlo, va un trecho. El tráfico se hace imposible, tanto en coche como andando, y andando tienes el riesgo de que te corneen si pasas demasiado cerca. Ahh!! Y las consiguientes heces, el olor y la dificultad que lleva esquivarlas cuando algún despistado ya le ha puesto el pie encima.
Eso mezclado con la pobreza y miseria que vas viendo por el camino, e incluso en las ciudades, que son un caos… o por lo menos a los occidentales nos lo parece.
Aunque también encontramos gente maja, indios que solo quieren hablar un rato contigo, ser amables y hacerte sentir bien. Como el dueño del “Alibaba” en la fortaleza de Jaisalmer, que nos hablo de una joyería donde el hermano del joyero nos enseño orgulloso los logros de sus padre, y el trabajo continuado de su hermano que graba en plata lo que le propongas, colgantes, anillos y demás, un hombre que tan solo ofrecía enseñar su trabajo, si compras bien y si no también.
En fin, doloridos por la cabalgata en camello en lo que ellos llaman desierto (que creo que es más verde que Murcia). Con la imagen de un niño que apenas hablaba inglés y al que le brillaban los ojos con tan solo ofrecerle la cámara para que te haga una foto, y que te ameniza el trayecto con canciones indias. Con todo eso y abiertos a nuevos “aprendizajes” seguimos nuestro tour por Rajastan, donde de momento no alcanzan las inundaciones de Pakistán.