sábado, 14 de agosto de 2010

Días 244 al 248: del 7 al 11 de Agosto

Bueno, con la sensación de que de todo se aprende, e intentando disfrutar de India, nos embarcamos en las largas horas de viaje, por carreteras en mal estado, en mitad de lo que ellos llaman desierto, donde te cruzas a más turistas, camiones, autobuses llenos de indios que viajan hasta en el techo y animales, que se sitúan en mitad de la carretera como si fuera suya.

Conforme vamos avanzando: Bikares, Jaisalmer, Jodhpur… vamos conociendo más y más turistas, españoles, algunos franceses y alemanes, que si no siguen nuestra misma ruta es porque vienen en sentido contrario y hacen la ruta pero al revés.
La región de Rajastan era una de las zonas por las que pasaba la antigua ruta de la seda, y es tierra de Maharajaes, así que en cada ciudad hay un castillo, una fortaleza o algo reseñable por la que merece la pena haber hecho este tour.

Seguimos aprendiendo, cada día en India es una aventura. Aquí vivir del turista es un arte, y todo el mundo se saca sus propinas (que es algo que se pedirá después de cada acto, incluso si te piden que les saques una foto… y eso que en Europa son los fotógrafos los que cobran por hacerlo). Aquí la mayoría tiene un tío, primo o familiar que lleva una tienda, y que les da hasta un 50% de comisión si llegas a comprar algo, comisión que te cobran a ti. Siempre encuentran maneras de liarte… (coincidimos con todos los españoles que estos indios son únicos en “meterte en un pozo que no existe, ayudarte a salir de él comprándoles sus servicios, y hacerte sentir super agradecidos con ellos por la ayuda para salir de un pozo que sin ellos no existiría”… y lo peor es que de eso siempre te das cuenta cuando ya ha pasado todo, en fin una cultura diferente).
Las vacas por mitad de la calle es otro de los conceptos nuevos, vale que todo el mundo sabe lo de las vacas en India, pero de verlo a vivirlo, va un trecho. El tráfico se hace imposible, tanto en coche como andando, y andando tienes el riesgo de que te corneen si pasas demasiado cerca. Ahh!! Y las consiguientes heces, el olor y la dificultad que lleva esquivarlas cuando algún despistado ya le ha puesto el pie encima.
Eso mezclado con la pobreza y miseria que vas viendo por el camino, e incluso en las ciudades, que son un caos… o por lo menos a los occidentales nos lo parece.
Aunque también encontramos gente maja, indios que solo quieren hablar un rato contigo, ser amables y hacerte sentir bien. Como el dueño del “Alibaba” en la fortaleza de Jaisalmer, que nos hablo de una joyería donde el hermano del joyero nos enseño orgulloso los logros de sus padre, y el trabajo continuado de su hermano que graba en plata lo que le propongas, colgantes, anillos y demás, un hombre que tan solo ofrecía enseñar su trabajo, si compras bien y si no también.

En fin, doloridos por la cabalgata en camello en lo que ellos llaman desierto (que creo que es más verde que Murcia). Con la imagen de un niño que apenas hablaba inglés y al que le brillaban los ojos con tan solo ofrecerle la cámara para que te haga una foto, y que te ameniza el trayecto con canciones indias. Con todo eso y abiertos a nuevos “aprendizajes” seguimos nuestro tour por Rajastan, donde de momento no alcanzan las inundaciones de Pakistán.

Día 243: 6 de Agosto

Después de una experiencia como la de couchsurfing… llega India.
Y creo que el avión era solo un anticipo de lo que iba a venir.
Nos llevan al aeropuerto, facturamos, controles… a las 15:20 embarcando, vamos que parecía un vuelo normal. Sentados en el avión, nos cuentan, nos vuelven a contar, nos vuelven a contar, y así hasta que suben los de seguridad y empiezan a pedirnos las tarjetas de embarque.
En fin, dos horas después, nos hicieron bajar del avión, y entrar de uno en uno, ya que les faltaba un pasajero, es decir que alguien había facturado y no estaba dentro… si, así que por seguridad, despegamos casi 3 horas después de lo previsto.
Llegamos a India sobre las 22h, sin hotel y sin idea de lo que podemos esperar de India. Bueno, cojamos un taxi, siempre nos ha funcionado. Pero esta vez el que nos había alquilado el taxi se viene con nosotros en él. Como no es la primera vez que nos pasa, que te cobran el taxi y aprovechan el viaje tampoco nos sorprendió. Empezó a hablarnos de que había un festival en India que atraía a muchos turistas, y que no nos sería fácil encontrar hostal, ya que estaba todo lleno. Nos dejo como por casualidad en una agencia de viajes que nos podía ayudar… y no sabemos ni como acabamos en un coche camino de Rajastan, en un tour de 21 días por el que hemos pagado lo que no tenemos…
Bueno, que a lo hecho… pues disfrutemos del día ¿no?, después de sacarnos el sentimiento de manipulados, comemos en el hotel que nos dicen que no nos preocupemos que eso se cobra a la salida… nos llevan a ver una pequeña ciudad: Manawa, con un guía que nos aseguran que es baratísimo. La ciudad pequeña, poco que ver y el guía… bueno, como persona tendrá pase, no lo conozco, pero como guía… sin comentarios. Nos cobro como 8 veces lo que nos habían dicho. Encima nuestro conductor nos dejó que volviéramos andando. Y esta mañana al salir nos cobran el doble de lo que nos dijeron ayer por la comida, porque es por persona!!!
Vamos que más pardillo no se puede ser, y estamos luchando en India por recuperar lo que creíamos, que tras 8 meses de viaje, ya habíamos conseguido… no dejarnos timar.

Días 240 al 242: del 3 al 5 de Agosto

¿Para que era este viaje? para probar más experiencias, pues allá vamos.
Hoy volamos a Kuala Lumpur, capital de Malasia, pero es solo de paso hacía India. Así que decidimos probar que es eso de “couch-surfing” (que básicamente consiste en que alguien te ofrece su sofá para dormir mientras tú disfrutas de la ciudad, a la que con suerte te acompañaran en la visita).
Después de un viaje espectacular, por las vistas aéreas que ofrece Malasia, nos espera nuestra anfitriona en el aeropuerto… o eso esperamos.
Bueno, nuestra anfitriona se llama Sul, y es malaya. Y va acompañada de su hermana Ling. Efectivamente nos están esperando con el cartelito (es la primera vez que nos pasa esto, jajaja), y nos llevan a cenar un plato típico que es “pollo sate” (unos pinchitos de pollo con un sabor dulce, que se moja en una salsa de cacahuetes con un toque dulzón, al que le puedes añadir picante). Ellas ya han cenado, pero nos acompañan de todas formas.
En su casa, la de su familia, viven 6 personas, pero les sobra una habitación bastante espaciosa que es en la que dormimos nosotros.
Al día siguiente nos llevan a una visita turística que comienza después de un desayuno típico que consiste en fideos o arroz con carne y curry, vamos que esta gente no pasan hambre. La visita empieza en la mezquita que hay cerca del Palacio de Gobierno, la religión principal es la musulmana, ya se nota. El Palacio del Cónsul principal, el Palacio de Justicia, Chinatown y como no las Torres Petronas, impresionantes. Esto amenizado con horas libres, sesión de compras (parece que esto es como Singapur, las compras es el deporte nacional) y mercadillo nocturno, un día interesante.
A la mañana siguiente, teniendo en cuenta que ellas tienen un restaurante en casa, nos dieron de comer, dejaron a su madre al cargo y nos llevaron al aeropuerto (una hora larga de camino).
La experiencia… para repetirla, a ver si tenemos oportunidad pronto.

martes, 3 de agosto de 2010

Días 236 al 239: del 30 de Julio al 2 de Agosto

¿Quién nos mando a nosotros volver a Phnom Penh en vez de disfrutar de la playa?
Que ciudad más agobiante, al menos en Bangkok era un tráfico organizado, pero entre el trayecto de Sihanouk ville a la capital, que acabamos de pito hasta las narices, y dando gracias que no matamos a nadie, entramos en la ciudad… pero ¿cómo en una ciudad de tan solo 2 millones de habitantes (tan solo porque vivir en Londres con 10 millones impresiona mas) se ven más motos que personas? Esto es lo que yo considero un auténtico CAOS, y nos lo hemos preguntado desde el mismo momento en que antes de bajar del autobús ya había un conductor de tuk tuk cogiendo nuestras mochilas, imaginaos cuando pones el pie en tierra.

La visita más destacada ha sido al campo de genocidio, uno de los más destacados de Camboya, pero no el único. Bajo el mandato de Pol Pot, durante la llamada Kampuchea Democrática, extermino a unos 2 millones de camboyanos (de los 6 millones que poblaban Camboya en 1975), que el consideraba que se oponían a su idea de comunismo. Y como recuerdo se exhibe al público las atrocidades llevadas a cabo en lo que llaman el “killing field” (campo de asesinato), que básicamente era eso, donde se llevaban a los detenidos y donde, sin juicio previo, bien con hachas, azadas o contra un árbol mataban a todo el que entraba, especialmente niños, para que no pudieran tomar represalias. Y ciertamente no se tomaron, ya que estas atrocidades se descubrieron en 1979, y Pol Pot murió de viejo en 1998 aquí en Camboya.
Ahora se esta llevando a cabo el juicio a los supervivientes de esa Kampuchea Democrática… un poco tarde. Pero parece que los camboyanos perdonan pero no olvidan.
Un espectáculo dantesco, pero que te explica un poco más de cómo es la sociedad que estamos visitando.

En fin, después de tres días y alguna noche de insomnio, esta claro la razón para visitar Phnom Penh… hay que ver los amaneceres en el río Sap… ya no solo por el placer de ver amanecer, si no por la tranquilidad que respiran las calles, la ciudad comienza a despertar con las primeras luces, pero va poco a poco, como si la timidez de su gente se reflejara en eso… pero de pronto es como si el día no pudiera empezar sin un aumento de energía. Es llegar a un parque y encuentras a cientos de camboyanos andando, corriendo, jugando al badminton, a la pelota, haciendo aerobic… claro si empiezas el día así, lo mejor es un plato de arroz y a currar.
Diferentes culturas, que te dan mucho en lo que pensar.

domingo, 1 de agosto de 2010

Días 225 al 235: del 19 al 29 de Julio

Esto es otra cosa. La verdad que la ciudad de Sihanouk Ville no la hemos visto. Llegamos a la estación de autobuses y cada uno montado en una moto-taxi, que lleva tu mochila el frente, el conductor y tú… nos llevaron a la costa, justo en la playa es donde esta la zona turística. Todos las casas de invitados, hoteles y resorts. Unos cuantos chiringuitos que abren desde por la mañana a la noche, a la orilla de la playa e improvisados supermercados que venden todo en dólares, que sale más a cuenta.

La de enfrente es una playa que no se cuida demasiado, que se llena de turistas tumbados en las hamacas de los chiringuitos bebiendo desde primeras horas del día, de camboyanos vendiendo fruta, comida, pulseras, masajes e incluso servicios de manicura, pedicura y depilación a pie de playa. Una mezcla un poco complicada que convive con gente pidiendo, tour por las islas y demás servicios que puedan dar dinero. Es poner un pie en la playa y tienes 5 personas rodeándote, cada una te vende su historia, y las promesas de volver mañana se sellan con un cruce de meñiques.

Si andas un kilómetro encuentras la misma playa poco cuidada, pero sin gente, sin negocios, pero con edificios a medio construir. Y si cruzas el puente, que aparenta llevar ahí más tiempo que el propio mar, llegas a otra playa, mucho más tranquila, mucho más limpia y que llama más la atención, aunque lleve su tiempo llegar.

Por las noches siempre puedes encontrar copas gratis, porque la poca gente que anda por esta zona no llega para llenar todos los que hay… así, que ofrecen incentivos para que la gente vaya a ellos. Pero cada noche puedes encontrar algún lugar al que ir.

Ya sabíamos que esta no es la mejor época para visitar el sureste asiático, ya que estamos en época de lluvia… pero después de cinco días sin ver el sol, y con lluvias torrenciales entendemos porque la gente se dedica a beber… puedes salir a pasear unos 20 minutos al día, lo demás es ver llover y de playa hemos disfrutado un día, lo demás es hacer planes para el día que no llueva!!! Y cuando al fin lo consigues, un día seco… tan solo necesitas el bañador!!! Menos mal que al final Sihanouk nos ha despedido como nos recibió, con unos días despejados y secos.

Eso se merece una despedida como Dios manda… ¿unas cervecitas en la playa, con unas cigalas y unos calamares a la brasa? Por qué no, total no sabemos si volveremos a Camboya alguna vez.

Días 223 y 224: 17 y 18 de Julio

Tan solo cuatro horas para llegar desde Siem Reap hasta la capital: Phnom Penh. En autobús claro, porque por lo visto el río no tiene suficiente agua para hacer la ruta en barco… tan solo estamos empezando la época de lluvias.
Nada más llegar notas la diferencia, una ciudad, motos, tuk tuk, bicis, coches, buses y demás vehículos a ruedas (porque todos los puestecillos son portátiles, por supuesto). Como en cada ciudad camboyana, los improvisados taxis esperan a la llegada de un autobús para sugerirte algún alojamiento, del que llevan comisión, obviamente. Así que en menos de 10 minutos después de poner los pies en Phnom Penh estamos instalados en una casa de invitados (que es el nombre de los hostales por Asía).
Salir a dar una vuelta cuando cae la noche se hace duro, no conocemos la zona y la iluminación es escasa, dándole a la ciudad un aire aún más deprimente, que contrasta con la magnificencia del Palacio Real (construido bajo dominio francés, eso le quita interés, por lo menos por mi parte), y el barullo de las motos pasando y pitando que llevan al menos a dos personas, pero en las que hemos conseguido ver a tres adultos y dos niños rodando sin problemas.

Al día siguiente es diferente, es como si el domingo todo el mundo se lanzara a la calle, en cada esquina encuentras puestos, de cualquier cosa, pájaros, comida, souvenirs, bebida, fruta… cualquier cosa que puedas imaginar. Los improvisados taxis siguen vendiéndose a cada paso, aunque también sirven de cama al conductor (un tuk tuk se entiende, pero lo de dormir en la moto, tiene tela). Recorremos la ciudad a la luz del día, que no del sol, y acabamos agobiados de la cantidad de tráfico que circula por las calles. No es como Bangkok, son motos pasando por cualquier hueco y esquivando turistas que circulan por la calle, ya que los puestos o terrazas toman las aceras.
Por la noche es cuando encontramos lo más sorprendente. Un parque cerca del hotel, que se llena de jóvenes y no tan jóvenes, jugando al badminton, o a una especie de badminton con el pie, o bailando al ritmo de la música que un “instructor” pone en su radiocasete en medio del parque, y la gente simplemente te va sumando al grupo bailando la coreografía que toque, incluida Macarena. Todo el mundo parece salir a las calles por la noche, el número de motos se ha multiplicado por 6, los puestos de comida no tienen sitio, y los grupos de gente se reparten a lo largo de toda la calle.

Demasiado para 10 días en la capital… ¿Por qué no probar la costa camboyana? Suena mejor que este estrés.

Días 220 al 222: del 14 al 16 de Julio

Estamos en Siem Reap, que como dijimos, es la ciudad más cercana a Angkor, y es una maravilla que no te puedes perder… es magnífico, no solo por las construcciones, si no por la manera en la que la naturaleza se mezcla con una ciudad que ha estado olvidada por tantos años.
Esta todo bastante organizado, consigues un tour por los templos en bici, moto, tuk tuk, bus o taxi por unos 15 dólares, todo el día, decidiendo si quieres ver amanecer o atardecer en Angkor.
La entrada a la ciudad va desde un día a un bono para una semana… depende del reconocimiento de la zona que quieras hacer.

Empiezas por Angkor Wat, rodeado de un lago artificial que hace las veces de defensa, te maravilla su arquitectura, la magnificencia de las torres y los grabados de los pasillos, que siempre dan a uno de los santuarios budistas que hay instalados allí. Las escalinatas son lo peor cuando te has acostumbrado al sedentarismo. El siguiente templo significativo es Bayon, que es el que tiene esculpidas las cabezas en las torres… llama la atención los montones de piedras apilados en las paredes, pero no deja de impresionar.
Los tour de todo el día incluyen unos 6 templos, pero después de estos dos el más significativo es el de Ta Prom es en el que realmente ves lo que los años han hecho en estos templos, es cuando te sorprende lo que la naturaleza se mezcla con las piedras e impresiona casi tanto como los otros dos.

Una experiencia que se va amenizando con los pequeños vendedores (en un país en el que todos los niños contribuyen a la economía, bien en el negocio familiar, recogiendo basura o pidiendo) que intentan endosarte desde pañuelos para el cuello, libros, flautas, bebidas y cualquier cosa que se pueda considerar como souvenir, su persistencia camina contigo mientras paseas por un mundo que demuestra que alguna vez este país fue próspero e importante.