Bueno, al final ha sido de los woofing más largos… casi tres semanas, que pasan desde cuidar el jardín, preparar la tierra para el invierno, talar, mover troncos, hacer castillos y limpiar.
Pero ha habido tiempo para todo… cavar agujero para un canguro, sacar su cuerpo de un estanque y enterrarlo (esa historia es la que Jorge cuenta a todo el mundo, ya que pocos australianos entierran canguros… un privilegio dejado a unos pocos). Aunque creo que tiene más historias cavando el agujero en el fango que enterrando al canguro.
Estos intercambios de culturas llevan a que los padres de Kathie nos llevaran de excursión, que incluye la visita a todas las galerías de arte de la zona ya que la abuela pintaba acuarelas (donde recomendamos a un artista local), una visita a la fabrica de queso de la zona que tiene muestras gratis para probar si llegas temprano… (y nosotros llegamos temprano), visita al café del pueblo para una degustación de “scones”.
Y no podemos dejarnos las visitas a las esplendidas playas de la zona y la puesta de sol en lo alto de la montaña… precioso!!! Esas son las tardes que se me quedan en la memoria cuando pienso en Noosa.
Pero las despedidas llegan tarde o temprano, una a nuestra amiga de Hong Kong (de la que hemos aprendido algunos platos típicos que no se encuentran en los restaurantes, y con la que hemos discutido las diferentes costumbres, que contenta estoy de no haber nacido en HK) y otra nuestros anfritiones… de los que no hay queja ninguna.
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